Almería, Sala 24 horas.10.10.2012.
Al fondo a la derecha.
14:00
Al fondo a la derecha.
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Todo esto empieza porque he decidido dedicarme unos minutos a mi mismo.
Podría hacer treinta flexiones con los puños, ver el último capítulo de la última serie de culto que ha llegado hasta mi disco duro o bien podría hacerme una paja, pero nada de eso me apetece. Ni tampoco estoy en el lugar adecuado.
Hay que vivir en el campus. De eso ya me dí cuenta hace bastante tiempo. Al campus se llega por lo general en autobús o en coche, en un trayecto que dura de 20 a 40 minutos según el agujero donde duermas. Luego llega la hora de la comida y tienes dos opciones, o te traes comida de casa o pagas por el comedor.
A lo primero le llaman auto-gestión y yo me imagino que alguien debe estar nombrando todas esas tendencias que se generan continuamente porque cada temporada hay una nueva palabra que está en boca de todos. Cuando era un enano lo máximo era bicicleta, verano, la pileta, la videoconsola y las tías del pueblo de abajo.
Todo eso sigue siendo lo máximo, pero ya son palabras de tercera división. Las de primera división son más que palabras, son expresiones que es aún más complejo: buscarse un futuro, incertidumbre, ganarse el pan de cada día, ser maestro en algo que te gusta y correr más rápido que el tiempo para buscar cuanto antes un trabajo y cuanto antes salir fuera de aquí, antes de que todo se derrumbe y te pille y te arrastre a la ruina, y déjalo ahí, podrías seguir hilando todas las ideas complementarias que viajan con ese meteorito que va directo hacia ti (el futuro) pero ya te enfrentarás contra todo eso en su momento. Alguien pronto le pondrá un nombre a toda esa retahíla de conceptos, quizá lo llamen madurez, que bien podría llamarse supervivencia.
Si, Jimmy, como lo oyes, últimamente estoy trabajando en mi supervivencia.
Notas de un superviviente en un mundo enfermo.
Así podría empezar esta crónica de aventuras, pero ya he pasado por eso otras veces, ahora no quiero ponerle nombre. Exacto, no quiero ponerle nombre como cuando evitas a toda costa el término "novios" como cuando rompes con una relación de mucha intensidad (el tiempo no importa) y te pone mal cuerpo que ciertas palabras lleguen a tu boca. Las palabras prohibidas. Así me pasa con esto, he empezado tantas cosas que he dejado sin acabar que no quiero repetir el mismo camino. Por eso lo mejor (me digo) es maquillarlo, aunque todo siga el mismo patrón (escribir como método de supervivencia) pero ésta vez, no ponerle nombre (mentira, en mi necesidad de orden le acabaré poniendo una etiqueta a cada página y ese será el nombre). Para que todo parezca nuevo. Recién lavado.
Como cada etapa que se abre ante nosotros. Como un nuevo comienzo.
(El reloj aún no marca el final de mi hora libre.
Me quedan 15 minutos para un café y empezar el libro de poemas de Houellebecq.
Este Sábado estará en la provincia.
El cabrón tiene un apellido impronunciable y luego se extrañan cuando digo que me llamo "Pliyo".
Necesito que llegue el Viernes.
Necesito más tiempo para mi.
Ya nadie cree a los poetas,
hablaré de eso más adelante.
Llegaré tarde a clase. ¿No tengo remedio?).