011 - Madrid. Hanakura. The Wok.

Bangkok. Noodles de arroz salteados al wok, con verduras frescas, champiñones, salsa curri y tiras de pato crujientes
@ The Wok.

Satay ayam. Brochetas de poyo marinadas, con salsa de cacahuete malayo y verduras encurtidas @ The Wok.

Harusame y salsa de soja en un recipiente mágico. Entrantes @ Hanakure. Día 1.

Nigiri de salmón + 8 Maki mediano con ventresca de atún, cebolleta, langostino y aguacate @ Hanakure. Día 1.

Maki mediano con ventresca de atún, cebolleta, langostino y aguacate @ Hanakure. Día 1.


Uni nigiri con huevas de erizo @ Hanakure. Día 1.

Tarta de queso. Postre @ Hanakure. Día 1.

Yakitori don @ Hanakure. Día 2.

7 piezas variadas de Nigiri @ Hanakure. Día 2.

Sashimi Bento @ Hanakure. Día 2.
Estamos a 21 de marzo de 2013.

Leí en internet que el Hanakure era uno de los mejores restaurantes japoneses de Madrid y me lo creí. Lo cierto es que nunca he probado unos maki o unos nigiri tan buenos, así que supongo que puede ser cierto. Yo sólo sé que no pude ir sólo un día, y tuve que repetir.

El Hanakure tiene un aire encantador, es el único restaurante japonés que según he leído, también sirve tortilla japonesa, pero yo me fui a lo típico, sashimi bento y nigiri variado, maki mediano y yokitori don que es arroz con pollo. Lo único que desaconsejo completamente es la tarta de queso, no me gustó nada, pero nada de nada, error fatal. Repito: maki y sashimi: buenísimos, jodidamente buenos, un diez.

Aproveché Madrid para tener unos días tranquilos, visité un montón de librerías-cafeterías (Pantha Rei y Arrebato están muy bien, pero ese ambiente que hay en Tipos Infames o en La Fugitiva es inigualable), y algunos museos (CaixaForum, ABC...), terminé "Estupor y temblor" de Amelie Nothomb, terminé "Kafka en la Orilla" de Haruki Murakami y volví a casa renovado, sintiendo que el camino es eso, tener unos días de paz para que la calma se extienda sobre ti, como un manto de mar sobre arena de playa.

Tener unos días alejado del peso del trabajo, del peso de la responsabilidad, acercarte al límite de tus bordes a observar el mundo desde allí como quien trata de separarse de su cuerpo con la idea de volar libre entre las nubes, volar con la palabra y volar también al caminar por otras calles que no son las tuyas, por otra atmósfera que no te pertenece.

Siguiendo con esa costumbre que tiene mi niño gordo interior de descubrir comidas nuevas, también aproveché para probar un The Wok, y también me sorprendió gratamente. Es una apuesta segura.

Como lo fue Mumford & Sons. Así que allí se quedaron mi niño fiestero y mi niño gordo interior, cada uno a lo suyo, mientras yo vuelvo a casa para reordenar el sabor de los recuerdos como quien coloca una barricada, o un espantapájaros para que ahuyentar la oscuridad.

Mi niño gordo interior piensa que estar ocupado viviendo es como tener tu comida favorita en la boca, y no guardarte las palabras porque estás masticando la vida.
Mi niño fiestero piensa que estar ocupado viviendo es no parar en casa, ni siquiera para escribir, conducir de un lado para otro (conducir también es caminar o leer, que es caminar desde los ojos o los sentidos) y volcarlo todo cuando llega el momento, es decir, cuando el recuerdo no está muy caliente ni muy frío, cuando su aroma aún no se ha perdido y el eco de su música resuena en tus oídos (música también es palabra o paisaje).

Así que esta hoja del diario en realidad es caminar de vuelta a ese lugar donde dejé a estos muchachos. Ellos han tomado el control y han escrito toda esta entrada, yo quería aprovechar para hablar de comida y hablar también de la calma, pero a veces uno se mueve por los niños interiores que lleva por dentro y las cosas simplemente suceden.

La calma es una palabra que aún no existe, pero eso es otra historia que será contada en otra ocasión.

Las navidades atrasadas continúan. Siento que se acerca un nuevo año y yo, para no perder la costumbre, llego con retraso.

1 comment:

  1. Creo que cada vez que quiera huir en (que no de) esta ciudad, acudiré corriendo aquí.

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